El teletrabajo un año después

El teletrabajo un año después

Antes de marzo de 2020 el teletrabajo era un “privilegio” laboral accesible apocos puestos, empresas y personas.

Un estudio de Adecco atribuía al teletrabajo un porcentaje del 7,9% del totalde ocupados en el cuarto trimestre de 2019 como media en España: Un 6%en Canarias, un 8% en Madrid, un 9,3% en Cataluña y, curiosamente un10,3% en Galicia. Casi un 80% de ellos tenían entre 25 y 45 años.

Muchas empresas ni se lo planteaban, se consideraba que muchos puestosde trabajo jamás se podrían desarrollar desde casa y el teletrabajo seconsideraba una medida de conciliación clara y sin peligros ocultos.

De un día para otro, una cantidad enorme de personas se fueron a su casa,en muchos casos más que a trabajar a “hacer lo que se pudiera y de formaprovisional”.

Algunos lo dieron todo por perdido y ni lo intentaron, el lunes se lanzaron apor su ERTE y su ICO, las dos nuevas pócimas mágicas sanadores.

Otros se atrevieron con lo nuevo en un salto sin red que a muchos les salvóy seguro les cambió, aunque en ese momento no tenían ni idea de cuanto nicómo.

La mayoría de los que tomaron ciertas precauciones aquel domingo(desplazar sillas, establecer protocolos de comunicación...) tenían enrealidad cierta experiencia teletrabajando, los alumnos aventajados de estacarrera. Muchos ayudaron a sus clientes y proveedores con menosexperiencia a afrontar la situación.

Y la cosa arrancó en un entorno irreal de película de ciencia ficción en la quese anuncia la llegada inminente de un meteorito que va a arrasar la tierra.Faltó el presidente de EEUU comunicando al mundo el lanzamiento de unanave espacial con astronautas de todo el mundo dispuestos a pararlo.

Poco se pudo hacer por la productividad los primeros días y semanas. Hastalos más expertos en teletrabajo se encontraron, nerviosos, preocupados,sobrecargados de información confusa, contradictoria y constante, y enmuchos casos conviviendo en el espacio de trabajo con unos niños sin clase,sorprendidos y reclamando su actividad y nuestra atención. Una cosa esteletrabajar y otra muy distinta estar encerrados en casa sin poder salir.

Durante el encierro vivimos todos (los que teletrabajaban habitualmentetambién) el que podemos llamar trabajo a distancia de emergencia.

Pasado un tiempo y recuperada la “seminormalidad”, el trabajo en casa semantuvo en muchos casos. En ese momento llegaron los problemasconcretos y específicos del teletrabajo: carecer de medios idóneos, noposeer la formación adecuada para usarlos, no contar con metodologías detrabajo aptas ..., y los problemas más profundos, duros e invisibles: Estarinmerso en una cultura del presentismo y jerarquía pura en la que las que elteletrabajo fluye mal. Los jefes tipo vigilante de pasillo se empezaron adesesperar.

Y en medio de todo esto, con más o menos fortuna según la empresa,muchos puestos y personas fueron evolucionando, aprendiendo ycuestionándose algunas reglas que hasta entonces eran inamovibles. Yfueron cayendo algunos paradigmas, sobre todo estos:

a) Hay muchos más puestos que se pueden hacer en teletrabajo de los quehabíamos siquiera imaginado.

b) El teletrabajo no necesariamente es un privilegio. No todas las personasestán a gusto y no siempre el momento, la empresa o las circunstanciaspersonales lo hacen adecuado. Por eso ha de ser voluntario.

c) El teletrabajo no favorece necesariamente la igualdad de sexos, comotampoco lo hace la reducción de jornada, y en general ninguna medida delas llamadas de conciliación, en tanto solo concilien “ellas”.

Si una cosa nos demostró la pandemia es que seguimos muy atrasados enlo verdaderamente importante: la corresponsabilidad. Teletrabajando losdos miembros de la pareja, las mujeres asumieron en mucho mayor medidalas tareas de cuidados y del hogar.

De hecho, si algunas buenas cabezas no hubieran parado y corregido elborrador original de la ley de teletrabajo, hoy podríamos tener una ley parala feminización + precarización del teletrabajo. Una historia que nos llevaríade nuevo al modelo “supermujeres” capaces de hacerlo todo a la vez.

d) La productividad es compatible, incluso puede mejorar, con el teletrabajo.Ahora bien, ha quedado claro que eso solo pasa si se organiza respetandounas cuantas reglas, estas como mínimo:

  1. Antes muerto/a que en la mesa de la cocina con una silla dura. Mesa ysilla cómodas, luz, silencio y buena conexión a internet sagrados.
  2. Aunque tenga cierta flexibilidad, el horario debe ser razonablementeregular por la salud del trabajador y la adecuada coordinación ycomunicación en los equipos. Y hay que obligarse cumplirlo: se para de trabajar en cierto momento encasa igual que cuando vas a las instalaciones de tu empresa.
  3. Imprescinsdible una metodología y unas herramientas de trabajoespecíficas para el trabajo a distancia y formación para usarlas.
  4. Ya estaban aquí, pero la situación ha acelerado la llegada de los nuevoslíderes “facilitadores”.: Personas que remueven obstáculos y generan lascondiciones para que el Equipo pueda trabajar, muy distintos de losvigilantes de pasillo.
  5. Teletrabajar no implica no verse nunca, ponerse cara y voz en persona endeterminados momentos ayuda a comunicarse a distancia en el día a día.De hecho, la comunicación fue más sencilla entre quienes se conocían enpersona con anterioridad al trabajo a distancia que entre los que no sehabían llegado a verse nunca. Recuperemos algunas reuniones (nonecesariamente todas).

Esperemos que pronto vuelvan los días en podamos reunirnos sinprecauciones especiales, teletrabajar o no, y hacerlo a veces si y a vecesno. Será un momento muy interesante, en el que habrá que recapitularsobre lo sucedido y aprovechar para generar un nuevo modelo de trabajoprobablemente mixto.

Conforme a la ley, ahora mismo tenemos teletrabajando dos tipos detrabajadores completamente distintos a nivel legal, pero con una vida diariaidéntica: los teletrabajadores que ya lo eran antes de que esto sucediera olo han acordado teletrabajo regular de inicio en este tiempo (en muchoscaos porque viven alejados del centro de trabajo), y los “teletrabajadoresCOVID”, los que se fueron a trabajar a su casa a raíz de la pandemia. Esdifícil distinguirlo en su día a día, pero lo cierto es que la empresa tieneobligaciones legales distintas para con unos y otros.

¿Qué pasará cuando desaparezcan los teletrabajadores COVID? ¿En quemedida y con qué condiciones se mantendrá el teletrabajo y para cuantos yquiénes?, ¿unos si y otros no? ¿con que criterios y distribución?

Los estudios que se están haciendo apuntan a un modelo al 50% presencialy teletrabajo como el favorito de las personas a las que se ha preguntado.¡Tremendo lío para la empresa!, que tendrá que replanificar el espaciodisponible de su centro de trabajo, incluso cambiar de instalaciones,probablemente implantar sistema de turnos y/o solicitudes de asistencia.Una cosa más para el portal del empleado.

La ley considera que aquellos que trabajan hasta 30% de su jornada en casano son teletrabajadores a efectos de ciertas obligaciones de empresa (con laidea de respetar ese día a la semana trabajando en casa que algunasempresas ya permitían a sus trabajadores sin que implicase teletrabajo).¿Qué hace una empresa con un teletrabajador al 50%? ¿le pone y pagapuesto en casa y en la oficina?, esto va a necesitar una vuelta.

Nuevos tiempos, nuevos retos y asuntos complejos con múltiplessituaciones a contemplar y conciliar. Así son siempre las cosas cuandohablamos de personas.